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lunes, diciembre 31

AMANDO A PABLO, ODIANDO A ESCOBAR, UNA RADIOGRAFÍA DE LA SOBERBIA COLECTIVA


AMANDO A PABLO, ODIANDO A ESCOBAR, UNA RADIOGRAFÍA DE LA SOBERBIA COLECTIVA.

El entorno de Virginia.

Para analizar un libro, una obra de arte, una idea política ó cualquier creación humana, es necesario estudiar antes la percepción del autor, su tiempo, su entorno y por último su intención.

Virginia Vallejo es y ha sido una mujer bella. Las mujeres blancas y bellas en un país con claras actitudes colectivas racistas como Colombia, otorgan un privilegio no escrito en la ley pero efectivo y determinante en la práctica.

En la Armada colombiana no se permitió que sus oficiales fuesen indios ó negros. Sus buques tuvieron siempre en sus puentes de mando a oficiales de tez blanca ó poco teñida, y sólo la marinería y sub-oficiales podían hacer alguna carrera dentro de ese cuerpo de las fuerzas armadas.

Un fenómeno que sucedió siempre en la sociedad colombiana y que habría de desembocar en hechos que están perfectamente descritos en el libro “Amando a Pablo, odiando a Escobar” de la periodista Virginia Vallejo.

Ella publica este libro después de que Alberto Santofimio Botero, un político perteneciente al partido liberal colombiano fuese juzgado y condenado a 24 años de cárcel por el asesinato de dirigente de su partido Luis Carlos galán Sarmiento, cuando éste era candidato a la presidencia por el partido liberal y seguro ganador de esa contienda.
Vallejo es una mujer muy inteligente. Y ese es uno de los aspectos que ha determinado el odio y nuevos enemigos que la bella periodista ha despertado estos días en Colombia, pero no el único.

El principio de la trama.

En su obra, Virginia dibuja el estado de una de las sociedades más divididas de América latina. Desde 1947, cuando se produce “el bogotazo”, disturbios que sumieron a la capital colombiana en la destrucción y el fuego por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, un tribuno de izquierdas quien en la década de los años 40 intentaba introducir políticas con contenido social que la oligarquía colombiana miraba con muy malos ojos y precipitaron su asesinato. Aunque Virginia Vallejo no describe estos hechos sí los sugiere.

En esa época nacieron las ideas que aún hoy dividen a ese atribulado país. Personajes como Manuel Marulanda, el jefe y fundador de las FARC, sufrieron las embestidas de “los pájaros”, grupos paramilitares que se formaron para embridar las ansias de libertad de campesinos y obreros que empezaban a rebelarse contra una oligarquía que con puño de hierro sometía a las clases populares sin el menor rubor. Hubo cosas como “Larandia”, en los llanos orientales colombianos, en la provincia del Caquetá, un estado dentro del estado, creado por el patriarca Leonidas Lara y sus hijos que como en la alta edad media, cobraban por el pastoreo y el transito de campesinos y sus ganados. Larandia tenía su propia moneda moneda con la que eran pagados los empleados, que compraban en los “economatos” de la familia Lara. Dentro del grupo de empleados, además de técnicos y campesinos, se encontraban los primeros paramilitares que guardaban la disciplina interior del enorme latifundio que empezó con menos de 2000 hectáreas y terminó con cerca de 8000 hectáreas gracias al terror infligido a pequeños y medianos aparceros quienes se vieron obligados a vender sus tierras a don Leonidas y sus hijos. Todo con el conocimiento y la aprobación de las autoridades ejecutivas y legislativas del gobierno central de Bogotá.

Como la familia Lara, varias familias ricas de Bogotá y El Valle del Cauca, provincia azucarera, ejercieron su autogobierno en territorios de sus latifundios. Una de ellas era la familia del patriarca azucarero Harold Eder, que sometió a los colombianos a la ausencia de azúcar completamente artificial, para producir un aumento de los precios. Con los años, tanto la familia Lara como la familia Eder sufrieron el zarpazo del secuestro y la muerte a manos de los grupos guerrilleros.

La ayuda de Dios.

Otro aspecto a tener en cuenta son las creencias religiosas no sólo de Virginia Vallejo, católica creyente procedente de familias de ambiente religioso común en la cristiana Colombia.
Se cuenta que los sicarios al servicio de los narcotraficantes se pintaban una Virgen María en el pulgar de la mano con la que sujetaban el revólver que mataría a sus víctimas, con el objeto de les diera “puntería” para llevar a cabo su tarea con la bendición de Dios.

En toda la obra de Virginia Vallejo es notorio el hecho de que cree en mundos metafísicos, deja entrever la religiosidad de sus amigos cercanos y sus enemigos no muy lejanos. La creencia en los destinos marcados por Dios y la ayuda de los ángeles y los santos así como las almas de las víctimas de los asesinatos de las mafias insertas en la sociedad y el gobierno colombianos.
El legendario sacerdote católico Rafel García Herreros, creador de “El minuto de Dios” (programa televisivo y luego barrio obrero sometido a drásticas formas de vida) asistió espiritualmente a Pablo Escobar en la llamada Catedral, cuando el capo se entregó ante el acoso de sus enemigos y de las fuerzas de seguridad del Estado.
El padre Isaías Duarte Cancino parece que estaba detrás de las actividades de las mafias colombianas que actuaban contra los insurrectos. Duarte murió en Cali asesinado por la mafia… Pero no sólo fue la iglesia oficial la que olfateaba el dinero fácil de la mafia sino las organizaciones parareligiosas que saben perfectamente que el mundo de los narcos conservadores y sus familias pueden ser muy agradecidos.

La Cruzada Estudiantil y profesional de Colombia, creada por el señor Néstor Chamorro Pensantes, una organización integrista católica al estilo del Opus Dei español y Tradición Familia y Propiedad, procedente del católico Brasil de los años 50 y Fundada por el brasileño Plinio Corrêa de Oliveira y el jesuita Walter Marieux, encontró pronto una fuente de financiación en el mundo de los narcotraficantes del cártel de Cali. Por éste hecho la cruzada ó el señor Chamorro, ya fallecido, fueron condenados por connivencia con organizaciones narcoterroristas y lavado de activos, además de una acusación por delitos sexuales.

La semilla del Diablo.

Virginia y Pablo nacieron al comienzo de los años 50, cuando estaban en marcha en Colombia las políticas establecidas por la oligarquía de esa nación. Pero también se gestataba en el mundo el mayor negocio delincuencial de la historia, después que los ingleses, un siglo atrás, con normas creadas por la corona británica, habían creado el negocio de la heroína, consumida por los chinos y fabricada por súbditos de Inglaterra en la India.

En efecto, quienes han visto la película “The French Conection”, cuando Alain Charnier, el traficante de heroína francés que se escapa, es un personaje sacado de la vida real. Pues ese traficante se refugia en Medellín y cambia su tráfico de heroína a cocaína. Crea la semilla del cartel de la cocaína de la hermosa ciudad de Medellín. El FBI seguía la pista de Medellín desde 1959 porque sabía que las mafias cubana y norteamericana comparaban heroína procedente del sur de Colombia pero “cocinada” en Medellín, según nos cuenta la periodista Cardona.

El hecho es que Pablo Escobar, de ladrón de automóviles y lápidas pasa al negocio de la cocaina convirtiendose en uno de los hombres más ricos del mundo, con una riqueza entre 2000 y 3000 millones de dólares. Mucho mayor que cualquier riqueza de los terratenientes y la variopinta fauna de la oligarquía colombiana.

Ingredientes para una historia de horrores.

He aquí los ingredientes que tiene esta sopa letal de la cual hemos bebido los colombianos que nacimos a mediados del siglo pasado.

Una oligarquía que no podía ver las consecuencias de sus actos, pues si desde la época de la colonia, el mundo estaba perfectamente constituido por siervos y señores y una pequeña población intermedia de sacerdotes y pequeñoburgueses, no tenían que cambiar las cosas con los años.

Una población cada vez más culta procedente las capas sociales altas pero también intermedias que dieron lugar a un incipiente izquierdismo y a un radical agrupamiento de las clases pudientes.

Al igual que la gran hacienda de la familia Lara ó la de los azucareros de la familia Eder del Valle del cauca, que utilizaron a “los pájaros”, se hacía en los años 80 muy necesario un ejército y una policía que defendiera los intereses de los antiguos y los nuevos capitales de la amenaza de una creciente insurrección propiciada por las guerrillas y partidos políticos de izquierda. No era políticamente correcto ni siquiera entonces que la tarea de combatir al pueblo de las clases desfavorecidas recayera exclusivamente sobre las fuerzas de seguridad del estado.

Se requería entonces de un cuerpo intermedio bien organizado. Eso lo comenzó a integrar “el mexicano”, Gonzalo Rodríguez Gacha, miembro del partido conservador y rico narcotraficante, amigo y colega de Pablo Escobar, que utilizó los servicios del antiguo oficial del ejército israelita Yair Klein, para organizar las nuevas fuerzas paramilitares que con el objeto de combatir a la guerrilla que robaba droga y dinero a los hacendados, establecieron un matrimonio de conveniencia entre las oficiales fuerzas armadas colombianas y el ejército de los narcotraficantes.
Virginia Vallejo asistió sin saberlo al nacimiento de estas fuerzas, pero cuando se dio cuenta ya no podía hacer nada, salvo actuar como toda la sociedad colombiana. Asistir inerme a la masacre de todas las fuerzas de izquierda, el aplastamiento de la Unión Patriótica, el asesinato de líderes de izquierda como Luis Carlos Galán quien apoyaba la extradición de narcotraficantes y proponía políticas sociales participativas.

En efecto, Vallejo no podía denunciar las cosas que ella sabía a unas autoridades que habían participado activamente en los hechos criminales que se conocieron a mediados de los años 80.

Las revelaciones que todos conocían.

Se ha escrito mucho sobre el libro de Vallejo, pero los más relevantes a mi entender son:

1. El asesinato de Luis Carlos Galán ordenado por Pablo Escobar pero ayudado por fuerzas de seguridad del Estado.


2. La toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 y los hechos que se salieron de las manos al gobierno, a los guerrilleros, a los narcotraficantes quienes sólo querían que se robara los documentos de extradición que afectaban a ellos, todo por la intromisión de oficiales del ejército que incluso protagonizaron un golpe de estado en ese momento al apartar al jefe supremo de las Fuerzas armadas que era el presidente Belisario Betancourt.
Querían, siempre según la autora, saber de una cantidad enorme de dinero que supuestamente los narcotraficantes le habían dado al M-19 para efectuar la toma. Por esos hechos actualmente oficiales del ejército y la policía están siendo investigados.

3. La activa coparticipación de la banca privada y oficial en el lavado de dineros procedentes de tráfico de cocaína, marihuana y el contrabando común.


4. La amistad entre Pablo Escobar y el actual presidente de Colombia, quien en su puesto de director nacional de aeronáutica civil, tramitó y legalizó licencias para aeropuertos y aviones pertenecientes al cártel de Medellín. Ese extremo ha sido negado insistentemente por el mandatario colombiano, pero la embestida de cortinas de humo que ha protagonizado, lejos de exculparle le han dejado en evidencia.


5. La participación pasiva de la sociedad y las autoridades colombianas al aniquilamiento de las fuerzas de izquierda populares. Ese hecho es reflejado por la autora en varias páginas del libro.


6. La expresión de la soberbia y la codicia no solo de los narcotraficantes sino de todos los gremios de ésa sociedad. La misma Virginia cuenta como es respetada por el miedo que se le tiene a Escobar, pero también, cómo es castigada cuando ya se sabe que no tiene la protección del capo. La presión sobre el gremio de narcotraficantes de la mendicante oligarquía que solicitaba dineros para campañas políticas e inversiones en las diferentes industrias que requerían inyección de dinero fresco y abundante, a cambio de favores sociales ó legales.


7. Los odios y las traiciones de los periodistas que pelean por el favor de los capos y al mismo tiempo defienden en público la “guerra” contra el narcotráfico.


8. La toma de partido del gobierno a favor de la facción de narcotraficantes que se han aliado contra Pablo Escobar. Todo un estado de derecho toma parte en la persecución de un incómodo narcotraficante que en el pasado financió campañas políticas y reinados de Belleza, así como programas de vivienda que debería haber llevado a cabo el Estado.


9. La aceptación social de algunos narcotraficantes en la alta sociedad de la industria y las finanzas colombianas. La asociación de “reinas de belleza” y narcos fue la forma de asalto de las nuevas clases acaudaladas para acceder a la mesa de los ricos de siempre.

10. La personalidad de Pablo Escobar descrito por Virginia Vallejo como un benefactor de su pueblo, contrapuesto a la avaricia de una clase política que insensible ante la miseria inducida de un pueblo, de un país, se pavonea mostrando la riqueza casi con obscenidad. El más rico del pueblo que enseña sus riquezas a los menos afortunados es una costumbre de los países mediterráneos europeos. Ser el más rico del cementerio ha sido una constante en la historia de España, Italia y algunas zonas mediterráneas de Francia. Los pueblos anglosajones no hacen tanta ostentación personal, pero sí la ostentación colectiva. Las costumbres de España e Italia han sido transportadas a nuestra Suramérica y el resultado es que las mafias italiana, francesa y española se parecen tanto a la colombiana ó viceversa.

Otros temas que ha desarrollado Virginia Vallejo son anécdotas sobre sus amores con Escobar y la relación amor-odio que tienen durante esos 5 años en los que ambos disfrutaron de su juventud y de su fortuna.

Pero nos cuenta cosas extraordinarias sobre asuntos y personajes de esos años:

El hecho de que en las conversaciones que ella recuerda con Santofimio, el político, lleno de rencor, no sólo mostraban el deseo de que Escobar mandara a sus sicarios para que mataran a Galán, sino que tenían el plan de llegar a la presidencia primero él y luego Escobar. Pero esa alucinación ya la han tenido otros delincuentes en este mundo, y no sería la única vez que delincuentes lleguen a una jefatura de estado. Ya Noriega lo había hecho en Panamá, y Josheph Kennedy logró poner a su hijo John en la sala oval de la Casa Blanca, después de enriquecerse con el tráfico del alcohol prohibido en la Norte América mojigata de las primeras décadas del siglo XX.

De hecho América latina muestra un amplio abanico de jefes de estado corrompidos por el dinero, que dejaron actuar a otros delincuentes y hasta los protegieron. República Dominicana, la del “chivo” Trujillo, la Cuba de Batista en los años 40 y 50, El Haití de Papá Doc y Nene Doc, El Paraguay de Alfredo Strossner, El México de el PRI, la Venezuela de Adeco, el Perú de Fujimori, etc. etc

El intento de que los mafiosos enlodaran Al ministro del Nuevo Liberalismo, Rodrigo Lara Bonilla con la ayuda de Virginia Vallejo a lo que ella se negó y sí lo hicieran periodistas como Edgar Artunduaga, supuesto “amigo” pero férreo competidor de Virginia y actual senador Uribista, por supuesto, al que el mismo Escobar califica de rata de alcantarilla.

El hecho de que los narcotraficantes mostraran su cercanía con el expresidente Alfonso López. Tanto que el mismo López dice:

“…me sorprendió porque realmente tenían un plan coherente, tratándose de una propuesta tan sui generis, en medio del ambiente que reinaba como consecuencia del asesinando de Lara, se podía esperar mucha improvisación y emotividad. No fue así: tenían su exposición bien preparada. Desarrollaron de forma sistematizada durante los cuarenta y cinco minutos tres temas: Su posición frente al asesinato de Rodrigo Lara, su posición frente al ejército y su posición frente al gobierno. Comenzaron afirmando que la organización que ellos representaban era algo de la importancia y de la magnitud de la Federación Nacional de Cafeteros. (…)Ellos dijeron que representaban a unas cien personas, que constituían la cúpula de la organización de la cocaína, una organización que según ellos había tomado diez años en formarse y que trabajaban en coordinación con gentes del Brasil. Bolivia, Perú y Ecuador y con cómplices en los Estados Unidos. Según ellos, esa organización se forjó al imponerse el espíritu empresarial antioqueño, sobre las otras regiones y otros países (…)” (El tiempo. Bogotá 9 de julio de 1984. Pg. 8A

El candidato de López, Ernesto Samper Pisano es descrito en el libro de Virginia Vallejo como detentador de dineros de las mafias del cártel de Cali. Es sabido que Samper fue sometido a un juicio en el senado cuando ya era presidente, del que salió librado pero tuvo serios enfrentamientos con su ministro de defensa, un hijo del conocido escultor cubista Botero.

En una filmación anterior a la publicación del libro, Virginia Vallejo muestra cómo el único periódico impreso de tirada nacional que queda en Colombia (el sueño de los políticos de derecha: un solo periódico afín al gobierno y con sus dueños de ministros) defiende la acción de Santofimio ante sus jueces.

Cuenta también Virginia Vallejo como pasó fugazmente por el lecho de el jefe del cártel de Cali, Gilberto Rodríguez, y como hace parte del Grupo Radial Colombiano de propiedad de éste.

Hace poco un hijo de Rodríguez cuenta como el medio radial de su padre tenía a conocidos periodistas en su nómina. Entre ellos al neoliberal Carlos Lemos Simonds. Sobra decir que eran especialistas en contar las bondades del liberalismo a ultranza, el que con el tiempo sería descrito como neoliberalismo

La percepción de “la diva”.

He de confesar que no me gustó que en su libro se refiriera a sí misma como “la Diva”. Tampoco el que mencione reiteradamente “….el más rico de Colombia…”, la más bella de Colombia….el más rico del mundo…

Creo que aún no ha salido mentalmente del papel en la que precisamente los hombres la encasillaron. Se refiere muchas veces a su grado de inteligencia, lo que no es mentira pero no debe mencionar tantas veces pues corre el riesgo de mostrar precisamente lo contrario. Esas cosas pudo expresarlas de otra manera. Pero esto no le resta interés al libro.

Algunas personas que han leído el libro piensan que da mucha importancia a la riqueza, a los trajes caros, a los miles de dólares con los que vestía, su presunto enciclopedismo y el papel de profesora de amantes para asuntos de historia, de política y hasta de asuntos financieros. Pero creo que hace parte del mundo y las circunstancias que describe. Lo cierto es que la periodista es una mujer culta, de extensas lecturas e intereses intelectuales.

De hecho, ella es poseedora de una cultura del glamour propias de su actividad como periodista mujer en un país machista, dónde antes que persona, la periodista es un objeto de consumo en la pantalla del televisor. En su misma época la periodista más respetada en la televisión, no era tan agraciada y estuvo muchos años presentando noticieros. No recuerdo su nombre pero se que presentaba conjuntamente un noticiero con Passtrana, antes de que fuera alcalde de Bogotá y luego presidente de Colombia.

Dice la escritora Patricia Cardona de la universidad Eafit:

“La búsqueda de aceptación dentro de los grupos tradicionales a nivel social, económico y político del país, puede evidenciarse también en los frecuentes lazos de amistad que hicieron con personajes conocidos de la vida política del país o con aquellos que por su procedencia social o por el papel simbólico dentro de los grupos reputados, entre ellos cabe señalar los personajes de farándula, los jugadores de fútbol y especialmente las reinas de belleza.

No es un secreto que el Reinado de Belleza de Cartagena jugó un papel preponderante en la consolidación de los imaginarios que las clases altas del país tenían en torno a sí mismas, y en relación con lo que pensaron como nación: la concreción de los valores y las prácticas que las distinguían como élites; en función del rango, el prestigio y el poder, elementos que a la vez se convertían en piezas diferenciadoras con respecto los demás grupos.

En el reinado de Belleza de Cartagena se daban cita cada año, las niñas representantes de las élites más acendradas de las diversas zonas del país, en especial de aquellas que habían hecho parte de lo que desde la constitución de 1886 se pensó como nación, es decir el territorio andino y los departamentos de mayor tradición blanca de la Costa Atlántica. En tal sentido, el reinado de belleza funcionó desde la lógica de la creación de lazos sociales entre las élites regionales del país, que designaban las representantas que encarnaban los ideales "aristrocratizantes" de tales grupos. Así la mayoría de reinas tuvieron la misión de poner en el escenario los valores morales, "el deber" ser que caracterizaba las clases altas a las cuales pertenecían, y mostrar la capacidad adquisitiva de los hombres del grupo.

Responsables de mostrar socialmente la riqueza y el poder de los hombres del grupo, las reinas también deben representar los valores femeninos que la "buena" sociedad, supone, deben poseer, estos valores femeninos buscan también la creación de marcadas diferencias entre las damas de sociedad; que no tienen la obligación de trabajar para vivir, en cuyos cuerpos no se delatan las marcas de los trabajos pesados, de los sufrimientos productos de la pobreza y el abandono y las mujeres de los sectores menos favorecidos que carecen de tiempo y recursos para ocuparse de las vicisitudes del cuerpo o del aprendizaje de técnicas útiles en materia simbólica, pero inútiles en la vida práctica.

Las técnicas aprendidas por las mujeres de clase alta son elementos inseparables de la retórica del prestigio: tocar el piano, hablar varias lenguas, conocer las normas de la etiqueta, etc., son indispensables en su desenvolvimiento cotidiano; estas técnicas hacen parte del entramado cotidiano que teje los lazos de las sociabilidades de las clases altas. Para las mujeres de otras procedencias sociales, estos aprendizajes son absolutamente obsoletos, por cuanto las técnicas que deben dominar tienen que ver con la solución la supervivencia que no da tregua.

Por lo tanto los cuerpos de las reinas son entendidos como la expresión del imperativo categórico de las clases altas, basadas en el mantenimiento de las tradiciones y la perpetuación "idealizada" y hasta anacrónica de ciertos valores, entendidos como privilegios de clase: pureza, sumisión, belleza, delicadeza, obediencia, sutileza, recato, distinción, prudencia, clase, etc. Siguiendo este argumento, en el reinado de belleza, por los menos hasta los años 80 se privilegió un tipo virginal de mujer, que diera claras pruebas de la capacidad de control moral y social de los hombres y la diferencia de la clase alta de las clases bajas abocadas al madre solterismo, la prostitución y las relaciones sexuales por fuera de la institución matrimonial, (lo cual no implica que las clases altas no corrieran los mismos riesgos, pero en términos ideales se pone que no sucede de la misma manera); por lo tanto se privilegia el prototipo de la niña recatada, inocente y virginal, nada incisiva en asuntos políticos, nada polémica y poco dada a la coquetería y a la sensualidad…”

Hasta aquí Patricia Cardona en su interesante artículo: “Los narcotraficantes y su búsqueda de aceptación en la sociedad colombiana”
Queda claro que ejercer de “bella” no sólo era un asunto de las reinas de belleza sino de todas las mujeres de la burguesía colombiana, aún más las profesionales como Virginia Vallejo que se presentaba ante las cámaras de televisión.

Continuara……….