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viernes, mayo 31

¿Primera vez?

En el año 759, en el Japón se imprimió el primer libro. Mucho antes que Gutemberg naciera. Siempre tendremos ese tipo de situaciones históricas. Creemos que hay una primera vez y resulta que ya ha sido. Crecimos con la idea de que Cristóbal Colon  descubrió América cuando luego sabemos que Eric El Rojo  ya había estado en el noreste del Canadá. Eric El Rojo no lo sabía. Colon tampoco. O ambos lo sabían, porque luego nos enteramos que los mapas de Piri Reis los conocía Colon. Eric, más primitivo, quizá solo estaba investigando si las historias de Vinland eran ciertas, si Greenland  -Groenladia- era ese sitio lleno de bosques.
Pues ahora recuerdo cuando fue la primera vez que me comí un Big Mac de MacDonalds. Fue en ciudad de Panamá. Me llevó mi padre y por la novedad quedé tan satisfecho que continué siendo cliente asiduo McDonalds.

Hoy está satanizado el producto por ser el causante de muchas enfermedades de  la juventud americana. Que se está engordando los pollos con métodos horrorosos como cortarles la parte de arriba del pico para que en animal trague más y engorde más  rápido, que se les da hormonas…

Años después, mis amigos de España me dijeron que el fenómeno de McDonalds y de Kentucky Fried Chiken no sería posible en España, debido a la costumbre tan popular de los bares, con una gran oferta de TAPAS y un valor asumible por la gran clase media española, superior al 75% de la población.

Hoy, no hay una sola población española sin los servicios  de estas dos empresas de los fast food norteamericanos. Se han sumado otras cadenas norteamericanas de comidas rápidas y  algunas nacionales.

Las razones que me aducían son muy ciertas y eran unas de las cosas que siempre eché de menos cuando estuve por fuera de España. La ceremonia de entrar a tres o cuatro bares los fines de semana para tomar unas copas y degustar las tapas, en compañía de familiares o amigos, es algo que tiene un elevado valor cultural.

Con 6 millones de desempleados y unos recortes en inversión pública salvajes, los comedores públicos a tope, las organizaciones caritativas como Cáritas, las adscritas a los partidos políticos, las ayudas  de los países amigos, de la Unión Europea y otros organismos  supranacionales, están resolviendo parcialmente el  asunto del hambre, en un pueblo que nunca imaginó esta situación. Hambre y privaciones que no se veían desde la guerra civil. Las historias, casi fantásticas, de personas que aún con trabajo ven como los bancos quitan las casas a  los ciudadanos que ya no pueden hacer frente a los pagos de la hipoteca. Los bancos que se quedan con la casa y el usuario queda con la deuda, de tal manera que muchos inmigrantes colombianos, ecuatorianos y peruanos, quedan con deudas de alrededor de 140.000 euros, que los perseguirá allá donde vayan.  

Es algo casi surrealista. En mi caso, todos mis familiares cercanos y lejanos, afortunadamente tienen trabajo. Pero les toca hacer frente a nuevos impuestos, subidas del IVA y precios que suben escandalosamente. Por mi discapacidad, tengo una pensión que me permite vivir con lo mínimo pero no necesito más. Al no cotizar para la seguridad social durante años esos desempleados, mi nieto tendrá muchos problemas a través de sus padres, que muy seguramente tendrán que pagar por cosas que ellos no pagaron nunca como salud y educación, tal como se lo han planteado quienes hoy dinamitan el Estado del bienestar. Si educación y salud son un negocio para aseguradoras, médicos y empresas auxiliares en los Estados Unidos, pues hagamos como  ellos. Así, la gente o las empresas pagan esos seguros a multinacionales de la salud, que priman tu no utilización de sus servicios y  penalizan su uso aumentando el valor del canon y todo el mundo se busca la solución para  la educación de sus hijos. La comida barata como un McDonald, es la única que millones de norteamericanos se pueden permitir. Es por eso que la tercera parte de sus 350 millones de habitantes tiene graves problemas de salud, de higiene dental, de gorduras desmesuradas y asuntos similares.

Al ser tan costoso el asunto médico, pues no se acude a él y como resultado tenemos unas bolsas de personal con graves dolencias, los hospitales ven como se les muere la gente en las salas de urgencias y lo que es peor, la anestesia social de la costumbre.

En España se cuenta con esa anestesia. Porque al serle retirados los servicios médicos, pago de un euro por receta a los nacionales y quienes aún gozan de esa posibilidad  -a los inmigrantes indocumentados le ha sido retirada- la posibilidad de caer enfermo o en manos de curanderos y adivinadores es muy grande. La adversidad es polifacética si va acompañada de creencias en mundos mágicos. Y eso lo saben bien quienes venden brebajes y ungüentos para la buena suerte.