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jueves, enero 3

Cuarto oscuro



De las cosas que más me recuerdan mi paso por Barranquilla, especialmente en la calle 43B con 85, es mi cuarto de revelado. En 1965, un cubano, Eduardo Reyes, me había regalado todos los elementos de su cuarto oscuro….papel positivo Gevaert, bandejas, ácidos, alcalinos, una ampliadora, una guillotina milimetrada para el papel, varios rollos redondos metálicos con 100 pies de película de 35 mm, dos cámaras, una Nikon y una pequeña Fuji 35mmX2, que en un rollo de 36 fotos, toma 72. Eduardo me dejó todo eso, pues estuvo en mi casa de la 43B, mientras dibujaba un barco, pues en Cuba tenía la dirección de varios astilleros-varaderos, que Fidel Castro personalmente le había confiado. Eduardo había hecho un paseo por varios astilleros de Italia, los Italcantieri, y fue muy bien preparado para ese trabajo. Anticastrista visceral, viajó a Miami  con Mireya, su esposa, y dos pequeños hijos, uno de los cuales era un acordionista excelente, pese a su corta edad, unos 10 años.

Mi padre tenía una Pentax que había traído de Panamá. Así que teníamos un buen equipo fotográfico en casa. De los carnavales, de la avenida Olaya Herrera, del barrio de El Prado, de mi colegio, el Biffi y de otras zonas de Barranquilla, tengo cantidades.  Debe haber fotos todavía en la finca de mi madre. En casa de doña Dorotea de Schoenfeld tomé muchas fotos. En el amplio patio interior, lleno de árboles frondosos tomé fotos de los inquilinos de esa pensión, la mayoría de Asobancaria, que estaban liquidando un banco fraudulento.

Eduardo me enseñó lo principal…toda la brujería que el revelado de negativos y fotos conlleva, el preparado de esos líquidos mágicos que sacan imágenes de una lámina de plástico o de papel, el manejo del trasiego de rollos de película desde las lñatas de cien pies a los pequeños rollos para las cámaras.

Hoy, cuando escucho música de Jhon Barry, sus míticas composiciones del agente 007, y de “Out of Africa”, una sensación agridulce, de melancolía y de profunda alegría me invaden, por la suerte de haber vivido todo aquello.

Pedro el Romano



El Papa Pedro El Romano, es un hombre muy especial. En el lugar de una sotana de costosos bordados, encontramos  una tela de arpillera similar a la tela de un costal de café. A lo áspero del atavío vemos un color oscuro, variado, de marrones y grises.

El báculo ya no es el costoso y decorado en oro madero, hueco, y barnizado, sino un tronco pesado que actúa de ayudante para ese pesado y lento andar.

Ese andar, es ayudado por unas sandalias de cuero, sin curar, y sin el menor adorno. Los pies están envueltos en una tela sencilla a modo de calcetines.

Para el frío, una tela de algodón y lana envuelve sus  hombros. Largas  barbas canosas, y penetrante mirada de ojos muy negros, y piel bronceada por el sol y quemada por el fuerte viento del camino.

Sus trayectos en avión son en clase turista, o en trayectos cubiertos por líneas aéreas de bajo costo. Lo acompaña un monje franciscano, de aspecto más desaliñado  que el de Pedro El Romano.

En cada ciudad va a sitios donde se albergan ancianos pobres. Su frugal alimento son sopas y arroces sin condimentos y ensaladas sin sal. De vez en cuando come pescado. Nunca carne de bovino.

Habla al público solo en plazas populares. Y su verbo pausado y tranquilo nos trae el mensaje de un hombre que murió crucificado por el imperio romano hace poco más de veinte siglos. Ese mensaje ha sido pervertido por las fuerzas de la nueva Roma, pero Pedro el Romano ha venido a poner las cosas en su sitio.

Nos invade un misterio. No sabemos como los cardenales del Vaticano no eligieron uno de esos ricos cardenales. Según el derecho de la pequeña ciudad del Vaticano, el cónclave cardenalicio puede elegir a cualquier persona bautizada. Y ellos eligieron a un oscuro sacerdote del medio oriente. Como si se necesitara  remozar el discurso de la cristiandad, es un Cristo del siglo XXI quien dirige los destinos de ese enorme grupo humano y nos habla desde los lugares ocupados por los sencillos hombres de trabajo social, con un fácil mensaje…ser felices y el amor como única forma de lograrlo.

Colombiano en España



Me decía un amigo español, en broma, que cuando un colombiano entraba en su tienda, tocaba su cartera…por si acaso…en estos días, la policía española ha desmantelado una banda de rumanos, dedicados casi en exclusivo a robar bancos y joyerías...en 2012, también se han desmantelado bandas de atracadores colombianos…otro amigo me decía que si alguien quiere encargar un asesinato a sicarios colombianos, debe venir a España porque todos están en Madrid, Sevilla, Barcelona y Valencia, cobrando dineros que se le deben a las mafias del narcotráfico.

Bromas aparte, es muy triste que los suramericanos en general estén protagonizando las noticias de sucesos delictivos. Los robos a casas en barrios lujosos, apartamentos, polígonos industriales, mediante “butrones” y “alunizajes” o simple apertura de puertas, es plato diario. Vergüenza  ajena. Pero es sobre todo una competencia desleal a los políticos del Partido Popular español, pues ellos roban también a las cajas de ahorros y los bancos, como Rodrigo Rato que acabó con Bankia y Camps, que él solito desfalcó 20.000 millones de euros al Estado español. Tengo pues dos nacionalidades de mafiosos…podría tener la italiana para completar el desaguisado, pero no hay espaguetis en mis genes…eso se lo dejo a mi hija, que habla inglés, italiano y es nacida en Cali…lo malo es que es  atea como el padre, muy lejos de la religiosidad del gobierno actual español, del Opus Dei y otras organizaciones católicas, tan próximas a las dictaduras y a las mafias.