Visitas desde Mayo 17 de 2008

martes, febrero 4

Hambre de Barranquilla.

Cuando  tengo hambre, muchas  veces  me  acuerdo de “El merendero”, un  restaurante al aire  libre de Barranquilla, en la  avenida “20 de julio”, en los  años 60´s…allí  iba  con mis padres  a  cenar en la noche…la  cantidad de carne  ofrecida  era  enorme…hasta  risas  nos causaba  tal  abundancia de carne  asada  acompañada  con papas  -patatas-  bebidas y  un  helado  de  postre…
En la lejanía, casi 10  mil  kilómetros, ni  el  tiempo  ni la  distancia han menguado  la agradable  sensación de  esos  recuerdos…estando  en Colombia, echaba de menos  el  poder  ir  con mis  amigos  a un bar  y  beber  una  cerveza  acompañadas  de  una “tapa”…luego  pude  hacerlo…ahora  lo  que  echo  de  menos  es las  comidas  barranquilleras…

Sería  fácil  decir que  esa  constate  insatisfacción  puede  se  una  señal  de un trastorno  mental…pero  no es tan  fácil…porque  muchas  veces  trato  yo  mismo  de  estudiar  esta  situación, mi  entorno  y mis  vivencias…no me  encuentro a disgusto  en España…de  hecho,  no  me  podría  imaginar  otra  vida  que  no  estuviera  enmarcada  por  ese  sabor  especial  de  el  ambiente  español…un país  que  me  robó  el  corazón  en  cuanto  llegué a Madrid en  1972…
Mi padre  me  rogó  que  me  fuera  a Boston, Massachussetts, pero  no  quise  porque  la  guerra de Vietnam  me  hizo  odiar todo  lo  que  estuviera ligado  a Los Estados Unidos…así  que  elegí España,  dónde  también  podía  estudiar  lo  mismo  que  mi padre...arquitectura naval…
Con  los  años  me  di  cuenta  del  enorme  error   que  cometí…hoy podría  incluso  vivir  en USA…para  vivir  allí  no hay  que  amar  el país, aunque  con  toda  seguridad  hoy  lo amaría  con  todas  mis  fuerzas…
Pero  mi  padre  nunca  me  obligó  a  hacer  nada…un muy  conservador ex capitán  de la  armada  colombiana  sabía  que  tenía  un  hijo muy  alejado  de  las  doctrinas  conservadoras  de  nuestro país…con los  años, ni  yo era  tan marxista  ni  él  tan  conservador…cuanto  daría  por    poder  hoy  conversar  con él…ya no  es  posible pero  me  aferro  a  sus  enseñanzas…lo  que  hizo  que  de  alguna  manera primara  más  el  valor  de la  amistad, el valor  del  amor  fraternal y filial, del  amor  a  aquello  que  es  más  grande  que  nuestra  persona, nuestro ambiente, nuestro  entorno…

Poder  preguntarle  cosas intrascendentes, cosas  muy  importantes…todo  lo  que  un  hijo  en  apuros, enfermo  y derrotado  le  preguntaría  a  su  padre… ya no  es  posible, como  tampoco  parece  posible  que  alguna  vez  regrese  a esa Barranquilla que  recuerdo  con  tanta  ansiedad…