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miércoles, octubre 10

Periodistas colombianos de la T.V.


Viendo ayer el canal “Caracol”, de la televisión colombiana, me estremeció un programa llamado “Polos opuestos”, dirigido por la que fue embajadora de Colombia en España por muchos años, Noemí Sanín. Se trata del periodista Juan Guillermo Ríos. Hace muchos años, quizá  en los primeros años 80´s, Juan Guillermo Ríos, periodista  de la televisión colombiana, con su estilo muy particular, daba las noticias que venían de la reciente revolución sandinista y de las masacres diarias de Guatemala, en el Noticiero de las 7.
                                           
Dejé de saber de él por todos estos años. Hasta ayer, que lo veo en pantalla. Pero durante 23 años, estuvo en coma. Por un cáncer, quedó en estado vegetativo y muchos de sus familiares y amigos recomendaron desconectarlo de las máquinas. Su madre siempre se opuso. Ella decía que lo cuidaría hasta que su vida se apagara. Pues un día despertó de ese  coma. Un largo sueño de  más de dos décadas.

Juan Guillermo agradece directamente a Dios: “Soy un ser nuevo y diferente. Vivo del total desapego de personas y de cosas. Me dedico a reivindicarme con Dios, con mi familia, con mi madre —con quien felizmente logré hacer el perdón antes de su muerte—, y con mis hijos”

Con esta nota de Juan Guillermo, me viene a la mente la historia de otro periodista de la televisión colombiana, del que supe de su amarga suerte, en los primeros años 80´s. cuando lo entrevistaron en la llamada “calle del cartucho”, que es una deprimida calle del centro de Bogotá, donde drogadictos y alcohólicos se reúnen para dormir bajo mantas y en el suelo. Se trata de Efraín Camargo, presentador del noticiero 24 horas. Efraín también le agradece a Dios el estar vivo, pues estuvo a punto de suicidarse y de ser uno más de los cadáveres que casi todos los días aparecen asesinados por un puñal certero.

De juan Guillermo  me enteré ayer y de Efraín, por la magia de Internet. Ambos se sienten en deuda con Dios. Viven aún y su testimonio es constantemente presentado al público.

Sin querer disminuir la importancia de estos testimonios, para un ateo como yo, tienen un significado específico. Nunca sabremos de la veracidad de la existencia de ése Dios, y tanto musulmanes como cristianos y judíos tienen una concepción muy diferente entre  sí de lo que es Dios.  Creer en él y adorarle es un asunto de fé, concepto que quiere decir “cree sin preguntar” porque así lo quiere él.

Sintoístas y budistas así mismo, definen esa idea tan diferentemente, que es posible hablar de una religión sin Dios, es decir, una religión atea.