
Dejé de saber de él por todos estos años. Hasta ayer, que lo
veo en pantalla. Pero durante 23 años, estuvo en coma. Por un cáncer, quedó en
estado vegetativo y muchos de sus familiares y amigos recomendaron
desconectarlo de las máquinas. Su madre siempre se opuso. Ella decía que lo
cuidaría hasta que su vida se apagara. Pues un día despertó de ese coma. Un largo sueño de más de dos décadas.
Juan Guillermo agradece directamente a Dios: “Soy un ser
nuevo y diferente. Vivo del total desapego de personas y de cosas. Me dedico a
reivindicarme con Dios, con mi familia, con mi madre —con quien felizmente
logré hacer el perdón antes de su muerte—, y con mis hijos”
Con esta nota de Juan Guillermo, me viene a la mente la
historia de otro periodista de la televisión colombiana, del que supe de su
amarga suerte, en los primeros años 80´s. cuando lo entrevistaron en la llamada
“calle del cartucho”, que es una deprimida calle del centro de Bogotá, donde
drogadictos y alcohólicos se reúnen para dormir bajo mantas y en el suelo. Se
trata de Efraín Camargo, presentador del noticiero 24 horas. Efraín también le
agradece a Dios el estar vivo, pues estuvo a punto de suicidarse y de ser uno
más de los cadáveres que casi todos los días aparecen asesinados por un puñal
certero.
De juan Guillermo me
enteré ayer y de Efraín, por la magia de Internet. Ambos se sienten en deuda
con Dios. Viven aún y su testimonio es constantemente presentado al público.
Sin querer disminuir la importancia de estos testimonios,
para un ateo como yo, tienen un significado específico. Nunca sabremos de la
veracidad de la existencia de ése Dios, y tanto musulmanes como cristianos y
judíos tienen una concepción muy diferente entre sí de lo que es Dios. Creer en él y adorarle es un asunto de fé,
concepto que quiere decir “cree sin preguntar” porque así lo quiere él.
Sintoístas y budistas así mismo, definen esa idea tan
diferentemente, que es posible hablar de una religión sin Dios, es decir, una
religión atea.