SEGISMUNDO Y ELISABETH
Cuando el rey Basilio de Polonia pone a su hijo y heredero de la corona entre rejas, en la obra teatral “La vida es sueño”, de don Pedro Calderón de la Barca, nadie podía imaginar que en la vida real alguien pudiese hacer lo mismo pero agigantado por la perversidad que parece no tener límites en el ser humano.
Dice Segismundo en su célebre soliloquio:
“¡Ay mísero de mí, y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
--dejando a una parte, cielos,
el delito del nacer--,
¿qué más os pude ofender,
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Elisabeth, la hija del llamado “carcelero de Astetten”, Josep Fritzl, pudo decir cosas parecidas en sus 24 años de encierro. Pero lejos de haber poesía en su infortunio, si es que alguno puede tenerla, lo que hay es tristeza, desesperación, angustia, sufrimiento y perplejidad.
Cabe preguntarse por qué Calderón de la Barca inventa una obra así. Un genio como el suyo no crea obras al azar. Responde a un entendimiento de la sociedad de su tiempo y a las posibilidades de acción del hombre. Si bien el rey Basilio comete una tropelía acosado por lo que le dice el oráculo, ¿Qué voces pudo escuchar Fritzl? …en otras palabras, ¿Qué pudo mover a este miserable a planear por años su obra siniestra?.
Se sabe ahora que en la retorcida mente del austriaco se planeó desde rayos ultravioleta, vitaminas (para paliar la falta de luz solar) hasta gas para matar a los habitantes del zulo si de alguna manera su creador faltaba en este mundo. Un comportamiento propio de quienes se creen por encima de la sociedad. Recordemos que Hitler mandó a inundar el metro de Berlín y a volar la ciudad de París.
Aquí es donde se acaban los calificativos y comienza la interpretación. Es claro que Fritzl pertenece al género humano. Es de carne y hueso como cualquiera de nosotros. Y tiene un singular cerebro. Sus actos no tienen perdón. Como tampoco los tiene quien planea por años un genocidio.
En su obra “La araña negra”, Vicente Blasco Ibañez cuenta como se planea con generaciones de antelación la forma de apoderarse de una gran fortuna familiar. Los planes macabros no son de la única autoría de Fritzl. Viene de muy antiguo. Lo que sucede es que lo del austriaco golpea más directamente a la vida de los comunes mortales. Pero esto no debe constituir una cortina de humo que no permita ver a los verdaderos malvados de este planeta. Los crímenes no sólo son del género que ha puesto de manifiesto Fritzl. Son de todos los géneros y no menos inhumanos.
Planear por años como apoderarse de los pozos petrolíferos de Irak es sólo uno de los géneros que el pobre Calderón de la Barca no podía imaginar pero que logró dibujar de alguna manera en “La Vida es Sueño” porque en ella queda clara la pulsión delictiva del hombre.
La actitud del rey Basilio, en la ficción de don Pedro, es el reflejo de lo que otros gobernantes en la vida real son capaces de perpetrar en la vida de sus hijos y gobernados. Como lo dibujara Goya, Saturno devora a sus hijos casi literalmente. No sólo es que el tiempo acaba con todo, sino que el crecimiento de la maldad aumenta con el paso del tiempo. No cabe duda que con el tiempo la sociedad humana ha mejorado ostensiblemente. Pero también el lado oscuro de la sociedad ha crecido. Este ambiguo aspecto de la sociedad no deja ver claro el destino final de nuestra civilización.
Las noticias que nos tiene guardadas el futuro nos llenará de perplejidad. Al tenor de las actuales no parece que el mundo se calme. Hemos visto lo que pasó en el cono sur. Las dictaduras de Chile y Argentina no ganarán en maldad a lo que sucede actualmente en Colombia. Se sabrá mundialmente cuando las máscaras de sus autores caigan por su propio peso.
Pero al igual que los vecinos de Astetten, en todo el mundo creemos que estamos ante el normal estado de las cosas. No podrían creer que el buen abuelo Friztl pudiese ser ese monstruo que no muestra ahora la prensa.
Lo mismo diremos cuando se sepan los hechos de la torres gemelas de New York. Cuando se sepa el origen de las guerras de Afganistán e Irak, los planes de Uribe y sus paramilitares para Colombia, los planes de Aznar para España, los planes de Cheney y Perle para toda Norteamérica y el mundo.
El pobre Segismundo, como su hermana en el mundo real, Elisabeth, cantarán con sus seis mil quinientos millones de hermanos ¡ay mísero de mi, ay infeliz!
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