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sábado, junio 2

El Padrino, la película


He visto por la TDT, una vez más, la película “El Padrino”, la segunda parte. He visto a Italia y a Cuba, y la novela de Mario Puzo deja ver claramente la delincuencia y  la putrefacción de las relaciones entre la mafia y la dictadura de Fulgencio Batista. Pero no solo las garras de una mafia representada por el vástago de don Vito Correones, sino la presencia de la gran empresa norteamericana sirviéndose de las relaciones privilegiadas con el régimen de Batista. Y la ya trepidante revolución en ciernes de  Fidel Castro.

El día de año nuevo de 1959, día que Batista huye de La Habana con destino primero a Santo Domingo y luego a la España de Francisco Franco que siempre dio refugio a criminales nazis y a todos los dictadores suramericanos que perdían el poder en sus países como Perón, Rojas Pinilla y otros. Michael Corleone, el hijo pequeño de Don Vito, universitario, y elegido por su padre para ser el jefe de la saga, advierte que la alianza con Batista no será eterna y que se desmoronará muy pronto.

Ese año viajé de Cali a Cartagena de indias. Mi madre comenzaba una nueva vida al lado del capitán de la armada colombiana. Hasta 1998, en que mi padre murió en un accidente de tránsito, y aunque no cambié de apellido, ellos vivieron una vida plena. Casi 30 años que dieron para mucho.

Italia y Cuba. En 1972, ya viviendo en Madrid, como estudiante en la Escuela Naval, en un sitio de mucha presencia suramericana, cerca de la Plaza Mayor llamado Puerta Oscura, unos amigos italianos, en el mes de julio, pleno verano, nos presentan a unas chicas cubanas. Me acompaña un familiar de la dueña de la pensión de estudiantes. Son gallegos, de Orense. Comienza una historia de amor entre mi amigo el gallego y una de las chicas cubanas. El gallego, de más de 1,85, ojos claros y pelo castaño, tiene pinta de inglés. Y la cubana, de 1,75 es rubia, de ojos verdes. Tiene pinta de sueca. Por cosas de trabajo, el gallego se va a bordo de un barco petrolero en el golfo de Arabia. La cubana queda muy triste y soy su paño de lágrimas. La cubana que me han presentado es muy dada a las copas y pendenciera. A la salida de Puerta Oscura, protagoniza una pelea con otra chica española. Parece que por un asunto de celos de una historia muy anterior a yo aparecer.

Mi cubana no vuelve al sitio de encuentro de todas las noches. Así que al compás de música caribeña, estoy el resto de verano de parejo de la cubana con pinta de sueca. Pero no hay historia de amor sino de amistad. Ya estaba decidido a cambiarme a la escuela naval de Cadiz. Donde mi amigo gallego me recomendó que fuera. El se había graduado en la escuela de marina mercante, cercana a la escuela naval.

Viajo a Cádiz y luego a Madrid, donde me presentan una hermosa española muy alta. Con ella, después de convencerla me voy y no tarda en quedarse embarazada de mi primera Hija.

Me regreso a Madrid a recoger libros y ropa. Estaré en Cádiz hasta terminar, el mismo año que muere Franco en 1975. En 1976 viajo en barco de la flota mercante Grancolombiana, hasta Santa Marta. Ya mi hija, con un año, había viajado a Colombia, junto a sus abuelos paternos.

Coexiones que trato ahora de establecer. Italia-Cuba. En 1963, estando es Barranquilla, llega a la empresa Unial, un arquitecto naval cubano. Cuando Fidel reestructura la industria cubana, pone al mando de los astilleros cubanos a un hombre que ha hecho un largo curso de construcción naval  en Italia. Entre Roma y los diferentes Italcantieri de la península, las fuerzas antirrevolucionarias internas han logrado que la familia de este cubano y él viajen a Méxo D.F. Estando allí es que recibe una oferta de Unial para que preste sus servicios como dibujante naval.

Mi padre y el cubano pasan largas jornadas de sábados y domingos repasando planes de trabajo y jugando ajedrez.

Tengo muchas cosas en mi memoria sobre Barranquilla todavía. Las escribo por si mis achaques no me lo permitan hacer después.









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