Hoy por la tarde he visto “Harry Potter y la piedra
filosofal” por enésima vez. No se si había caído en cuenta, pero los mundos
extraños de fantasía nos han venido de Inglaterra. Y retrocediendo muchos
años, me sitúo en Cartagena de Indias en
1959. En el edificio donde vivíamos mis padres y yo, mis vecinas Sonia y
Yadira, me invitaban siempre a jugar y a leer. Ese era un hogar muy religioso y cuando en el
Colegio San Carlos se ocuparon de la primera comunión, la familia de mis
vecinas estuvo muy pendiente de mi formación católica.
Pues en esa casa tenían una
enciclopedia “Uthea” que yo siempre
estaba curioseando. Allí recuerdo que venían unos “cuentos universales” con
dibujos muy hermosos, uno de ellos
llamado “El Hobit” de un tal J.R.R.Tolkien. Lo recuerdo bien porque
Sonia, una chica de 14 años, mayor que su hermana Yadira, me explicó que era un
Gnomo, y que era un Hobit.
He estado últimamente buscando a
la Familia Gutierrez de Piñeres, porque con Internet ya no es extraño encontrar
viejas amistades. No he tenido suerte aún. Con Yadira, de mi edad, seguro que
no habrá suerte pues un cáncer se la llevó. Eso lo supe viviendo en
Barranquilla.
Con los años, muchos, después de
El Señor de los anillos, una inglesa nos inventa Harry Potter. Y mis hijos pequeños
entran en ese mundo de fantasía desmedida de Tolkien y la señora J.K. Rowling.
Noto que en El señor de los
anillos, no hay paradigmas. Ni siquiera se nombran costumbres religiosas.
Tolkien se ocupó de eso y situó la historia en algo parecido a la alta edad
media, con la tierra media, los Elfos y los inframundos sin nombrar a los
prohombres que formaron la Europa del los siglos IX y X. Es un universo
mitológico creado con precisión matemática.
Pero en Harry Potter si hay
cristianismo. Se felicitan la navidad. La magia de la percepción en los
parajes, las comunicaciones y los personajes, si es tratada en ambos casos. Hay
Trolls y Hobits, Monstruos de inframundos y escuelas de magia. El mundo de
Murdoc y la escuela Howard, Elfos y Profesores de magia, han producido libros y
éxitos cinematográficos.
En la Barranquilla de los años
60´s, la Librería Nacional me llamaba por teléfono en cuanto llegaban novelas
de ciencia ficción. Las primeras líneas las leía en compañía de un delicioso
helado y un batido bien frío. No sabía que Gabriel García Márquez se situaba a
un par de calles en sus tertulias con compañeros periodistas de El Heraldo.
Pensaba entonces que lo máximo en
ficción era lo creado por los autores como Isaac Asimov, Arthhur C. Clark, y
los que leía en esa época con fruición: Stapledon y Huxley.
La historia contemporánea, de
estos años recientes, nos ha dicho que la imaginación aún no se ha tomado el
poder. Cuando lo haga, no quisiera estar en los zapatos de aquellos que quieren
ver siempre decadencia en los movimientos artísticos. Como los nazis y los
bolcheviques de principios del siglo pasado. Ven a ser los perdedores de
siempre, porque los conservadores no hacen otra cosa que acumular fracasos.
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