Ayer ha muerto George
el solitario. Tendría algo más de cien años. Cerca de 400 kilos. Y era el
último de esas enormes tortugas Galápagos que conoció Darwin cuando visitó esa
isla.
En mi blog, escribí un
post llamado “asuntos históricos ya cuarentones” e iniciaba con el relato sobre ese enorme y bello animal, porque se cumplían
40 años de asuntos muy importantes para
mi, como mi grado de bachiller en el colegio Biffi La Salle de Barranquilla, y
el vuelo del Apolo 11 que llevó a los primeros hombres a la luna.
Y por supuesto me ha
recordado a un superhombre que conocí en mi infancia en 1956 quizá. Lo supe
después porque en ésa época no sabía quién era ese gran hombre. Supe en los primeros años 60, que esos
astronautas eran algo muy grande. Y supe que mi padre, arquitecto naval del
M.I.T. de Boston, estaba hecho de esa misma pasta. Los libros de arquitectura
naval, llenos de extraños símbolos, gráficos y dibujos de planos me llenaron de
interés. Sus historias sobre Temistocles, los barcos de los romanos, los
barcos de guerra del siglo XVI, las
grandes batallas entre las flotas de ingleses y españoles….todo eso venía de un
superhombre como los astronautas del proyecto Apolo.
Pero la guerra de Vietnam,
el asesinato de Kennedy y otros pasajes de la historia reciente de los Estados Unidos
me hicieron antiyanky. Así que lo que deseaba mi padre, que fuera a Boston a estudiar ingeniería
naval, se fue al garete. Preferí ir a España y ese fue un error pues salir de
Barranquilla y no ir a USA lo considero ahora como un error. Pero ya es muy
tarde.
De ese viaje a España a
estudiar resultó mi hija mayor, quien nació en Cádiz en 1974.
Y finalmente, cuando
Colombia se volvió un problema mundial de drogas y violencia, vine a España
para quedarme definitivamente. Y dentro de España, terminé en un paraíso que se
llama Guardamar.
Por lo visto aquí serán
mis últimos días y esto lo escribo para que quede algo de rastro en la red de
mi paso por este mundo. Como ha quedado rastro de George el solitario,
solitario como yo.
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